ANIMALES INSENSIBLES


            Conocí a José Arazi a las corridas. Hacía un día que había explotado la AMIA y estaba en el Hospital de Clínicas haciendo una nota sobre la situación de los heridos y el trabajo de los médicos. Apenas llegué me encontré con él en la puerta que da a Córdoba. Estaba desorientado y perdido, no entendía nada, con un cartel improvisado intentaba encontrar una respuesta sobre el paradero de su hijo Moisés de 22 años, que había estado el día anterior en la AMIA para dejar sus datos en la bolsa de trabajo de la institución. Le hice solo unas fotos, muy pocas, casi por compromiso, sin saber muy bien por que lo hacia y seguí hacia mi nota principal.

            Estando dentro del hospital sobre la puerta exterior de la guardia siento un gran revuelo, llega una ambulancia con un herido. Camilla, enfermeros, policías y un fotógrafo, todo muy veloz. Solo hacia fotos entre medio de toda esa gente, en un instante todo se paró como en esas escenas del cine de suspenso, para mi hubo un silencio sepulcral. Bajé la cámara y todos me miraban.

            ¿Y esté que hace acá? Dijo un médico. Estaba dentro del quirófano, no se como llegué allí. Al salir estaba muy excitado por la situación y por quien era el herido. A veces creo que somos unos animales insensibles, pero bueno eso somos.

              Era Cacho, Jacobo Chemauel, el hombre que estuvo más de 22 horas bajo los escombros y se comunicaba con sus rescatistas a través de golpecitos  y le daba ánimos a su compañero Martín Cano, que como él estaba bajo kilos de piedras. «Cacho me daba ánimo y trataba de entretenerme. Me decía que aguantara, que pensara en mi bebe». Cacho era una de las víctimas más seguidas en los medios. Su rescate fue muy emocionante por lo dificultoso y por haber logrado sacar una persona más, con vida de las entrañas del horror.

              Yo estaba feliz, cuando llegué al diario. Pensaba que tenía la foto de tapa… A veces creo que somos unos animales insensibles, pero bueno eso somos.

               La tapa fue la foto de José, mi editor me recriminó que no hubiera podido percibir el gesto y el dolor de ese hombre y que esa imagen iba a ser la más importante del día…. A veces creo que somos unos animales insensibles, pero bueno eso somos.

               En el año 2006 cubriendo el acto de memoria y justicia que se hace en las puertas de la nueva AMIA al finalizar, me acerco al sitio donde se encuentran las velas y los nombres de los muertos. Me sorprendí mucho cuando veo a José hablando con los medios. Me acerqué y escuché lo que decía ante las cámaras. Inmediatamente pensé que podía ser una buena foto mostrándola con la de 1994. Esperé a que terminaran todos mientras procesaba lo que decía. Hablaba del dolor por la muerte injusta de su hijo en el atentado y los años sin culpables. Que lo había reconfortado mucho los llamados desde el exterior y también de Argentina, que había recibido en esos días de amigos y familiares cuando vieron la foto publicada en el diario. Todos los periodistas se fueron yendo y quedamos solos.

                  Le pedí si podía posar para mi con el fondo del los nombres de los muertos. Hice algunas fotos, ya no tan desatento como 12 años atrás pero no me salía nada bueno, yo estaba medio perturbado, no sabía por que pero sabía que no podía hacer una buena foto. Entonces lo terminé rápido a pesar que José no manifestaba ninguna incomodidad. Cuando terminé me acerque a él y le dije que yo era el fotógrafo que había tomado la fotografía que se publicó el 19 de julio de 1994. Me abrazó y empezó a llorar. Cacho, murió tres días después de haber sido rescatado. A veces creo que somos unos animales insensibles, pero bueno eso somos.