Hablar, escribir, sobre la propia obra, adoptar un credo lo enfunda a uno en una camisa de fuerza de la que es difícil escapar. La creencia dogmática reprime la fuente de los impulsos espontáneos, agota la imaginación creativa, que sólo puede funcionar cuando la vida fluye, abierta a la sorpresa ante nuevos descubrimientos. El crecimiento no se debe detener ni un solo día! El crecimiento, el progreso, el cambio se producen en la realidad del trabajo: actuando. La intuición es la fuente de todo el trabajo creativo: el análisis viene después, para explicar, para deducir teorías. Más, ¿ Puede haber una explicación?. Si la racionalización pudiese aportar razones, no solo se asfixiaría el arte, si no que no tendría sentido crear, pues el arte termina donde comienzan las palabras.
Edward Weston, «Escritos”. 26 de junio de 1931